Al iniciar el Ciclo Escolar 2012-2013 en el Sistema Nacional de Institutos Tecnológicos, deseo, primero, manifestar mi respeto y gratitud al personal docente, de apoyo y asistencia a la educación, así como a funcionarios y directivos, por el valioso esfuerzo desplegado durante el ciclo anterior; y, en seguida, invitarlos para que, en el aula, en el espacio académico de cada cual,  demos la más cordial bienvenida a nuestra comunidad estudiantil -a la que regresa para continuar sus estudios y a la que se incorpora por primera vez a nuestro Sistema-, y la hagamos partícipe del entusiasmo y la fuerza de voluntad que impulsan y dan sentido al compromiso histórico y social de los Institutos Tecnológicos.

Quienes nos hemos formado en el Sistema y participado en diversas acciones e instancias del mismo, tenemos muchos datos y anécdotas que nos llenan de optimismo y confianza; datos y anécdotas que citamos a menudo porque son evidencia de un proyecto visionario que se ha consolidado en poco más de seis décadas, pero que se transforma y actualiza continuamente. Uno de estos hitos, y que nos agrada recordar, se remonta al primer ciclo escolar que se abriera en los dos únicos Institutos Tecnológicos con que contábamos entonces, en Durango y Chihuahua, durante el periodo 1948-1949, cuando la matrícula total no sumó siquiera los mil estudiantes. Hoy, el Sistema está integrado por 262 instituciones, distribuidas estratégicamente en otras tantas ciudades y regiones del país -incluido el Distrito Federal-, en las cuales se atiende a más de 445 mil estudiantes.

Evidentemente, hemos crecido y nos hemos desarrollado. Pero esto, con ser un dato comparativo real que permite aseverar, como lo hemos dicho, que el Sistema se ha consolidado, y que las oportunidades de educación superior tecnológica, de carácter público, se han multiplicado de manera extraordinaria, no es aún satisfactorio; de ahí que el gobierno federal no deje de impulsar este proyecto en los lugares donde nuestros jóvenes las demandan y los sectores productores de bienes y servicios nos requieren para su desarrollo.

En décadas recientes, y especialmente en los años que van del presente siglo, han ocurrido profundas transformaciones económicas, sociales, culturales, políticas y educativas, con efectos que todavía no podrían considerarse definitivos, pero que plantean ya innumerables contradicciones y desafíos, locales y mundiales, en temas referentes al medio ambiente, alimentación, salud, escasez de recursos -sobre todo no renovables-, urgencia de energías limpias, manejo de residuos y desechos, escasez de agua, falta de empleo, pobreza, y, por supuesto, una creciente exigencia de más y mejor educación.

En el SNIT tenemos conciencia de este panorama y la convicción de que podemos y debemos contribuir al allegamiento de soluciones; esto es, tenemos la certeza de que sólo mediante la educación se superarán esas contradicciones y desafíos.

Por eso, nuestro modelo educativo se enfoca a la formación y el desarrollo de competencias profesionales, de modo que nuestros estudiantes adquieran una formación integral, competitiva, emprendedora, humanista, ética, promotora del cambio y comprometida con su entorno social, y puedan desempeñarse de manera exitosa en su campo de acción, con un perfil de excelente adaptabilidad.

Así, pues, al iniciar este nuevo ciclo escolar, tengamos en cuenta que abrimos una nueva oportunidad de desarrollo personal y colectivo, de acceso a un mejor nivel de vida, pero también hacia un compromiso trascendente. Aportemos nuestro mejor empeño para cumplir con esa expectativa, por nosotros y por nuestro país.

Bienvenidos todos y mucho éxito.

Dr. Carlos Alfonso García Ibarra
Director General